crónica del primer rencuentro






En homenaje a nuestros hermanos en el sentimiento berlinés (atención: me estoy refiriendo a los masculinos) hemos decidido llevar a cabo nuestro primer feliz reencuentro en el Jardín Japonés; pretendimos acercarnos de algún modo a la cultura oriental a la que tanto ellos aprecian.
En realidad ya sabemos que Japón tiene poco que ver con Corea pero es lo mas cercano que encontramos para estableces un corto (pero profundo) contacto con Oriente, y un lugar digno para nuestra primer cita local.
El Jardín es como un oasis en una de las partes más esplendidas de Buenos Aires. Entre los edificios y rodeado de avenidas requetetransitadas, nos encontramos en un lugar idealmente Kitsch. Ya conocen mi afición por lo Kitsch. Es muy curioso como la silueta de los árboles se continúa con los edificios que son tan altos y tan tremendos que pareciera que están por caer en cualquier momento.
El Jardín Japonés es precioso. A pesar de la artificialidad y la mentira, estar en un pseudo oasis es genial. Es una plaza cerrada, con mucho mucho verde y un ¿arroyo? ¿canal? que lo cruza y por el que circulan unos simpáticos (no podemos negar que eran re simpáticos) peces que abren sus bocas para que uno le tire comida, momento en el que uno es testigo del interior del animal cual clase de anatomía: la función se torna un tanto asquerosa. Y son tan fácil de engañar!!! La cruel Juliana simulaba tirar alimento y los pobres peces se amontonaban unos sobre otros abriendo sus enormes bocazas (Bacon hubiera estado fascinado)
Ahora lo pienso y en realidad querida Juliana le hiciste un gran favor... reciben tanto alimento a diario que parecen que van a explotar en cualquier momento, actuaste como una verdadera amiga.
Con las chicas no tuvimos paz en ningún momento: nos pusimos al día sobre nuestra vida académica, ¿soñados? futuros encuentros berlineses y recordamos nuestros días felices. Y por supuesto... reseñamos la vida de los otros que faltaban. Ponernos al tanto de tanta maravilla nos llevó mas de dos horas.
Espero Nicolás que la próxima vez te enamores de una argentina (tengo unas cuantas amigas para presentarte) así tendremos el honor de disfrutarte entre nosotros y oírte hablar nuestra querida lengua castellana y criolla.
El próximo encuentro queremos que sea en un restauran turco en el que (espero) nos sirvan algún delicioso kebab o algún falafel o bueno no se, basta con su compañía amigas. Las quiero.

1 comentario:

Anabella dijo...

Divinas las fotos!!! Y ni que hablar de la crónica de Ángeles... sin desperdicio. Sólo puedo ratificar los dichos de Juliana respecto de los niños que se quedaron llorizqueando porque acaparamos sacando fotos la doncella y el samurai. Hubiesen visto la carita de los niñitos y de las mamás!
Realmente fue un reencuentro muy lindo... ahora vamos por más y esperamos organizar una comidita y que se sume alguien más.
Besos,
Anabella