el movimiento se demuestra andando II

La almohada es la mejor conciencia: las reflexiones en soledad agudizan las tremendidades. Es en el sueño donde nos relajamos y ocurre lo peor de nosotros, es donde afloran nuestros más intimos temores que despiertos somos incapaces de tolerar.
Migrar es ante todo movimiento. El movimiento se demuestra andando pero ¿que arrastramos?
Milan Kundera afirma que sobre cada gesto descansa el peso de una insoportable responsabilidad. La responsabilidad de un proyecto cuya parte de futuro y desafío implica la misma aventura que nos promete el arte.
La persona que decide abandonar el lugar donde vive para migrar a otro y armar un proyecto nuevo en realidad se posiciona en el cambio. Los cambios son el motor de las revoluciones y el movimiento > reza el hexagrama 49 del I Ching:
El cambio es un acto de fe. Nace de la puja entre lo viejo y lo nuevo. Todo cambio responde a fuerzas superiores. Por eso no hay motivo para arrepentirse de la transformación.
Ahora bien, el valor para llevarlos a cabo implica un peso, pérdida de estabilidad para entrometerse en algo incierto, blando, carente de certezar pero lleno de augurios y posibilidades (¿acaso no es eso arte?)
Apostar a la diferencia implica valentía, de eso se tratan los sueños migrantes.
“… una desición de peso, va unida a la voz del destino (es muss sein) el peso, la necesidad y el valor son tres conceptos internamente unidos: sólo aquello que es necesario, tiene peso; sólo aquello que tiene peso, vale.”
El hombre carga con su destino y es en estas decisiones fundamentales como se han conseguido levantar notables empresas como la cultura de la que somos parte.
Lo que ocurre todos los días es mudo. Aquello que otorga sentido a nuestras actuaciones es siempre algo totalmente desconocido. Guiarse por la intuición, comprometerse en un proyecto que en definitiva implica la vida misma.